El arte, poderoso medio de expresión y transmisión de pensamientos, sentimientos e ideas, juega un papel fundamental en el desarrollo holístico del ser humano al ser una forma irremplazable de simbolización. Las imágenes nos conectan con el mundo del conocimiento espontáneo y facilitan la integración entre el material consciente e inconsciente de la mente al revelarnos aspectos simbólicos que debemos reconocer si pretendemos conservar la salud mental. Desafortunadamente, la sociedad actual subestima el enorme potencial de la creatividad artística como promotor del “empoderamiento” y el crecimiento personal, dando prioridad al conocimiento de índole académico. Mis experiencias como instructora de talleres de arte experimental a niños, adultos y personas con diversas discapacidades me han permitido comprobar vez tras vez que el arte facilita el acceso al modo de pensamiento perceptivo visual, un estado de conciencia ligeramente alterado, donde desaparece el tiempo linear y las palabras se retiran del plano consciente. En él estamos muy alertas pero a la vez relajados y libres de ansiedad; experimentamos una activación placentera de la mente que nos permite expresar nuestras percepciones con lenguaje plástico incluso si nunca hemos pintado o tenemos una espasticidad severa o retraso mental.